Mítico y noble gigante
Que a la orden de la gran Hera
Tu vista en Io se pusiera,
Por ser de su esposo amante.
Suena Hermes tan relajante.
Cual fatal adormidera,
Así a la doncella libera,
El sopor decapitante.
Vigilante colosal
Que cien ojos tenías.
A excepción de tu final
Con ellos todo veías.
Hoy eres el pavo real,
Pago que bien merecías.
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