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viernes, 29 de noviembre de 2013

Vergüenza ajena

En ocasiones, determinadas imágenes nos llevan a errores que nos alejan completamente de la realidad, dichos errores se abogan en la conciencia común o la opinión general de la masa.

Hace algún tiempo en Cáceres se paseaba un anciano indigente montado en una bicicleta de las denominadas "de Carretera". Llevaba un pesado abrigo incluso en días que no se precisaba en absoluto, esto hacía dudar de su salud mental, eso y lo sórdido de su existencia.
Nombro a este personaje no sólo porque se hizo eco en la prensa local, sino por incluirle a otro no menos pintoresco, conocido en esta pequeña ciudad como "el Pitoño"
“Pitoño” es el apodo con el que se refiere la gente a un  joven alienado que tiene la extraña costumbre de recorrer las calles en una vieja bicicleta de montaña y detenerse en las glorietas con una radio al hombro,  bailando desenfadadamente.
Por lo general  este tipo de actitud genera una especie de esfera en la que se engloba todos los comportamientos del individuo, sean buenos o malos y dan como resultado un producto presumiblemente negativo.
Como ya adelantaba en mi primer párrafo, determinadas imágenes generan algo así como espejismos, imágenes presuntamente reales pero completamente falsas.
Tanto el anciano como “Pitoño” practican algo tan sano como pasear en bici, pero envuelto en su esfera pasa a ser algo negativo.
¿Negativo? Sí. Yo mismo al empezar a pasear en bici hace algunos meses, tuve que escuchar comentarios estúpidos del tipo… “Otro Pitoño”, “¡Mírale! Como el viejo”
Y digo yo… ¿Quién se equivoca aquí? Para mí está muy claro y es que como dice el dicho: los beodos y los niños dicen siempre la verdad, aunque en mi opinión personal: siempre dirá la verdad aquel que no teme sus consecuencias.
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