Érase un gran pueblo
Con un pésimo gobierno,
Sus vecinos eran pueblos aliados,
Afines a él, con quien hermanaban.
Profundamente preocupados
Le vaticinaban un nefasto futuro,
Pero desde el primer erudito
Hasta el último gañán,
Siempre decían lo mismo:
-Es cosa nuestra.
-Que no se metan.
Lo más triste era
Que en el fondo
Bien sabían la verdad
De lo que oían.
Lamentablemente los problemas
Se han de arreglar “desde dentro”
Siendo la solución simultáneamente
El origen del caos,
Enderezarlo es poco menos que utópico.
Ya se sabe:
Nunca habrá de pasar frío
Quien a su antojo maneja
Calor de leño encendido
Impertérrito a tu queja.