Aun recuerdo aquellos ojos
Pícaros de mirar sabio,
Brillo de rubí en sus labios,
De pura pasión tan rojos.
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Sutil sonrisa en esbozo
Rendido a sus pies yo caigo.
¡Pardiez! De este error rabio,
Mas ahí está su esposo.
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Temiendo ser coronado,
Cual miura feroz me enviste,
De ésta seré corneado,
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Si el buen Dios no me asiste.
El taburete de al lado
El asta firme resiste.
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Mas por qué pidiera alpiste.
El asiento me salvó,
Pero al señor desmochó.
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