Casandra

De Príamo y Hécuba hija.
Cuando Apolo a ti te amaba,
La cognición te otorgaba,
Con ella Troya corrijas.

Pero no fuiste capaz.
Amor al dios no diste
Y razón del don perdiste.
Te maldijo esa deidad.

De todo mal diste alerta,
Pero nadie te creyó.
Fue Ayax el que te raptó,
Haciéndote esclava y presa

Te entregó a Agamenón,
Que no dudó en humillarte,
Tomándote como amante,
De esto no tuvo perdón.

De nuevo no te creyeron.
Fuiste llevada a Micenas,
Allí acabaron tus penas,
Muerte con el rey te dieron

Será mejor que no hable,
Quien sepa lo inevitable.

Sísifo

Príncipe de Tesalia.
Del gran Eolo fue el reino.
Pero no del dios del viento
Es corrección necesaria.

Aquel dominio tan extenso
Donde centauros vivieron.
De allí argonautas partieron,
Sin temor al mar inmenso.

Sísifo apuntó a su padre
Que escondido lo observó,
Como a Egina Zeus raptó.
Fue por interés y alarde.

En el Hades penarás,
Y lo harás eternamente,
Pues la piedra inútilmente,
Monte arriba subirás.

Se verá la delación,
Si no tiene mas sentido,
Que ver tu orgullo crecido.
Como la más vil traición,

Se confunde la lealtad,
Con ansiar más potestad.

Némesis

Némesis justicia tu eres.
La venganza no es del hombre,
Solo la tuya en bien asombre,
Se la otorgas al que debes.
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Llamada hija de la noche.
Ordenada por los dioses.
A los soberbios acoses.
Al mal pones tu broche.
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Nadie elude su destino,
Ni siquiera podrá el Rey,
Obviar impune la ley,
Creyéndose ser divino
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Nuestro sino tú diriges.
Siendo la suerte nefasta,
Es porque dijiste ¡Basta!
Así la maldad corriges.
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Si hubiera dicha no dudo,
Que quien hallara ventura,
Te agradecerá la ayuda.
Tu seras juez y verdugo
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Ningún mal te lo cuestiones,
El tiempo da soluciones.

Cerbero

Sin duda el mejor guardián.
Siempre Temido Cerbero
Por su insigne celo fiero,
Rígido e impasible can.
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Con rigor tus cualidades,
Y tu inflexible gobierno,
Demostraste en ese infierno.
Conocido como el Hades.
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Orfeo y su dulce lira,
Como de Enéas la miel,
Te tornaron menos cruel.
Cesando tu mítica ira
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Preso en los brazos de Heracles,
Esa bestial apariencia,
Que aterroriza a conciencia.
Por la brutal fuerza aplaques.

Argos

Mítico y noble gigante
Que a la orden de la gran Hera
Tu vista en Io se pusiera,
Por ser de su esposo amante.

Suena Hermes tan relajante.
Cual fatal adormidera,
Así a la doncella libera,
El sopor decapitante.

Vigilante colosal
Que cien ojos tenías.
A excepción de tu final

Con ellos todo veías.
Hoy eres el pavo real,
Pago que bien merecías.