Asido al metal candente
al igual que el desdichado náufrago a su madero,
con el aliento engullido por el lapso del azar
en los latidos previos al desenlace.
Murmurando un ruego inaudible,
reteniendo esa última prenda
sin la cual agonizaría en absoluta desnudez.
Esta viste mi cuerpo,
mi vida,
mi entorno...
como el más cálido y bello vestido,
rutilante tejido de lentejuelas
que iluminan como una estrella,
dándome el cobijo del hogar más acogedor.
Saciándome como ambrosía para famélico.
Con ella escalaré la más alta cima,
y su brújula me guiará en el vasto océano de la existencia.
Ella...el único contenido de la profanada caja de Pandora:
La Esperanza.
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